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Mi historia con la comida

No se muy bien como empezar a contar mi experiencia, ni como quiero contarla… Pero intentaré que pueda servirle a alguien, aunque sea por sentirse identificada en algún momento.


Antes que nada, reconozco que, gracias a la terapia y al haber ido (y sigo yendo) al mi psicóloga, puedo ver mi historia desde otro punto de vista. Si no, esto hubiese sido la típica historia de “niña gordita, 50 dietas a lo largo de su vida, peleada con el ejercicio, frustrada y cabreada por no poder perder peso y metida en un bucle infinito de subida y bajadas”. Recuerdo tener 11-12 años y cenar unas barritas de chocolate como sustituto de la cena; recuerdo ir a un campamento de verano con 12-13 años, estar a dieta y aprovechar para comprarme patatas fritas en el bar, como si no hubiera un mañana; recuerdo tener 14-15 años y hacer una de las dietas más restrictivas que he hecho y con la que perdí mucho peso… y así hasta los 27 años mas o menos. Yo siempre digo que me he pasado toda mi vida a dieta o pensando en ponerme a dieta. Cuando no lo estaba, la idea de tener que hacer una dieta no desaparecía, tampoco lo hacía la sensación de estar haciéndolo todo mal y sentirme un fracaso.

Mi primera dieta como tal la hice cuando yo tenía 14-15 años; era la típica dieta de 1200 calorías, que se comía pollo, pescado (en mi caso lenguado) y lechuga (aliñada con aceite y limón) y ya. La realidad es que era una dieta muy muy restrictiva y, como es normal, perdí mucho peso. Ahora cuando la veo con el paso de los años y sabiendo todo lo que se; fue una época difícil… Recuerdo volver del colegio y no querer comer porque siempre era lo mismo, recuerdo pasar hambre y no poder comer, recuerdo irme a las 15.00h de la tarde a andar por el paseo marítimo (os aseguro que a esa hora en Málaga hacía mucho calor), recuerdo ir con angustia a la endocrina para pesarme… pero, todo mi alrededor (incluida yo, es así), estaba feliz… yo estaba perdiendo peso que era lo que querían. La época fue aún más difícil, porque fue el año que mi madre falleció…así que fue en ese momento en el que yo aprendí (o me enseñaron) a gestionar(me) la vida a través de la comida. A partir de ahí, han sido años y años de lucha contra la comida y contra mi cuerpo. Han sido años de comer sin sentido (aparentemente), de atracones y de culpa. Aprendí a utilizar la comida para todo: para expresarme, para no expresarme y esconderme, para calmar un vacío enorme… Siempre le he dicho a mi psicóloga que es más fácil comer que enfrentarme a todo lo que había debajo. La comida se convirtió en una forma de mostrar cómo estaba; mucho de lo que estaba pasando en mi vida (y en mi casa) pasó a un segundo plano y mucho se centró en mi peso (“tienes que controlarte”, “no puedes seguir así”, “no se a que estás esperando”…). Y yo lo único que supe hacer fue comer. Comer todas las noches por encima de mis posibilidades, comer todo el día sin parar, comer con culpa, comer, comer y comer… (y engordar). Qué sensación más terrible es la de sentir que todo lo estás haciendo mal, que lo intentas una y otra vez y no llegas a ningún lado. La realidad, ahora con todo el trabajo que llevo encima, es que la única manera que supe hacerlo fue poniéndome a dieta e intentando hacer ejercicio; siempre pensé que si adelgazaba mi vida iba a ir mucho mejor y que todo iba a solucionarse, parecía que mi único problema era el peso pero, no. Mi problema se centró en el peso para no darme cuenta de todo lo que había debajo; ahora se que la comida fue mi manera de sobrevivir, mi bote salvavidas. Así que, siguiendo con mi manera de gestionar(me), decidí operarme de cirugía bariátrica (de esto ahora hace ya 8 años). ¿Perdí peso? claro, ¿Aprendí a comer mejor? también, ¿Dejé de darme atracones? no, ¿Desaparecieron todos “mis problemas”? tampoco… Yo fui al psicólogo (y aún sigo encantada) por primera vez, después de operarme. Entendí, por fin, que no todo era ejercicio y dieta y que había algo mas que no estaba funcionando bien. Y ahí, es cuando yo empecé a aprender a hacer las cosas de otra manera… Entender mi relación con la comida ha sido fundamental aprender a regularme de otra forma. De nada tiene sentido perder peso, si la relación con la comida es la misma. No ha sido (ni es) un camino fácil. Es un camino donde te das cuenta de cosas que duelen, un camino donde te das cuenta de que la comida no es el problema, un camino donde te das cuenta de que lo has hecho lo mejor que has sabido (a pesar de todo), un camino que, en definitiva, en necesario recorrer si se quiere sanar. No pretendo ser ejemplo de nada ni de nadie (por favor), solo pretendo dar voz a un problema que es mucho más frecuente de lo que creemos y que igual te ayuda a sentirte identificada y poder pedir ayuda (si así puedes).

Recuerda que lo estás haciendo lo mejor que sabes, que lo estás haciendo así porque es la manera que te han enseñado a hacerlo. No te culpabilices, no te eches mas piedras sobre tu tejado; Lo estás haciendo bien.



No estás sola Cuídate. Te vas a necesitar

 
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